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NOTA PERIODÍSTICA/HISTORIA/BIOGRAFÍAS/PERSONAJES CHILENOS.

Fue uno de los intelectuales revolucionarios más destacados de la sociedad chilena del s. XIX., detestado por «loco» y «destructor de la sociedad», pero al mismo tiempo adorado como «genio precursor de grandes solevantamientos sociales».

Así era Francisco Bilbao Barquín (Santiago 1823-La Plata, Argentina, 1865), un destacado ensayista que alcanzó notoriedad política a la edad de 21 años durante el gobierno de Manuel Bulnes (1841-1851), con la publicación de «La sociabilidad chilena» (1844), donde criticaba duramente a la Iglesia, al clero y al sistema autoritario, proponiendo algunas teorías políticas liberales. En razón de ello, recibió duras sanciones, incluida la quema de su publicación, el pago de una pena pecuniaria y la expulsión de sus estudios de Derecho en el Instituto Nacional. No obstante, un gran número de personas que se encontraba pendiente del juicio a las puertas del tribunal, pagó la multa que se le había impuesto. Poco después partió a Europa, donde se contactó con destacados líderes del liberalismo y estudió idiomas, incluyendo historia, filosofía y también, paradójicamente, los evangelios.

Al volver a Chile en 1849, continuó luchando por sus ideales, dando un nuevo paso a la concreción del liberalismo tras crear junto con amigos y partidarios (entre ellos Santiago Arcos y Eusebio Lillo) la Sociedad de la Igualdad, donde se disparaban los más enconados ataques al gobierno conservador de Manuel Montt así como al clero católico.

Considerado un gran orador, escribió en el periódico «El Amigo del Pueblo», fustigando a Montt en dichas páginas como también al clero, y sus «Boletines del espíritu», de 1850, le costaron la excomunión por parte de los sacerdotes más exaltados. En no poca medida, sus palabras fueron el motor de la Revolución de 1851, que al ser derrotada le obligó a huir al Perú. En el país andino redactó dos folletos: «Necesidad de una reforma» y «Los mensajes del proscrito». A la vez, se interesó por la personalidad de la primera santa americana, Santa Rosa de Lima, publicando además unos «Estudios sobre la vida de Santa Rosa de Lima» (1852). Viajó a Europa y en París publicó «El dualismo de la civilización moderna» (1856), a modo de tributo a Félicité de Lammenais.

En Bruselas, Bélgica, fue recibido por Edgar Quinet, desterrado allí, y en la capital belga colaboró en la revista de los inmigrantes franceses «Le Libre Recherche». También publicó un estudio denominado «El movimiento social de los pueblos de la América Meridional» y de nuevo en París, «Iniciativa de América».

Al final, se embarcó a Buenos Aires, Argentina, arribando en abril de 1857. En julio de ese año, puso en circulación «La Revista del Nuevo Mundo», publicando además «La tragedia divina». De igual manera, colaboró con diferentes diarios y revistas, manteniendo polémicas filosófico-políticas. Además fundó la Sociedad Racionalista, organizó un club literario y se incorporó a la Masonería. Posteriormente escribió «La América en peligro» (1862) a fin de oponerse a las invasiones europeas en Santo Domingo y México, y «El Evangelio americano» (1864). Mientras que sus «Obras completas» (2 vols.) aparecieron póstumamente en Buenos Aires en 1866.

Estuvo casado con Pilar Guido Spano, con quien tuvo un único hijo fallecido a los 43 días de nacer, mientras que su deceso ocurrió a partir de un acto heroico donde se lanzó al Río de la Plata con el fin de salvar a una mujer que se ahogaba, lo que le llevó a contraer tuberculosis, cuya enfermedad se agravó llevándolo a la muerte a los 42 años. Luego de permanecer 133 años en una tumba familiar en Argentina, en el Cementerio de la Recoleta, sus restos se repatriaron a Chile el 27 de agosto de 1998.

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