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NOTA PERIODÍSTICA/TURISMO/PATRIMONIO TERRESTRE.

En Chiloé, pervive una isla que fue mudo testigo de una posible venta a manos extranjeras, pero que aún así, se niega a desaparecer del mapa chileno, luchando por mantenerse como un miembro más, de la familia de islas chilotas. Nos referimos a Guafo (del mapudungun: wafün, «colmillo») cuya isla posee forma romboide en el extremo suroeste del archipiélago de Chiloé, al sur de Chile.

Se ubica en el Oeste de la boca del Guafo y del Golfo Corcovado, poseyendo además una superficie de 197 km², convirtiéndola en la segunda isla de mayor tamaño de Chiloé, después de la Isla Grande homónima. En términos administrativos, pertenece a la comuna de Quellón.

Cabe destacar que la isla no tiene población humana, a excepción de una dotación rotativa de la Armada de Chile, la cual habita el faro del mismo nombre -ubicado en su extremo occidental- y por pescadores artesanales que la usan como base temporal para la extracción de recursos marinos.

Según antecedentes históricos, el potencial hallazgo de un conchal en el sector norte de Guafo que tenía una data de 3300 años hace presumir que en esa época la isla pudo haber sido habitada. Guafo a su vez, fue avistada por el explorador Francisco de Ulloa en su expedición de 1553 -siendo la primera en recorrer las islas del sur de Chile-, momento en que la bautizó como «San Martín», al parecer por el santoral del día en que la avistó por primera vez: el 11 de noviembre.​

Así, según el relato de un integrante de la expedición, la isla estaba poblada. Por su parte, el marino inglés John Narborough la llamó en 1670 «No-man» por hallarla desierta, pero a mediados del siglo XVII, la isla era ya conocida como «Guafo», tal como lo consigna el Mapa de Chile de 1646 de Alonso de Ovalle.

​La isla, fue visitada a su vez por el naturalista inglés Charles Darwin en 1834 durante el segundo viaje del HMS Beagle. En razón del aumento del tráfico marítimo y su ubicación estratégica, en 1903 se empezó a construir el faro Isla Guafo, que entró en operación en 1907. ​Entre los períodos 1922-1937, operó en caleta Samuel -sector noreste de la isla- una planta ballenera, que llegó a procesar anualmente más de un centenar de ejemplares, hasta antes del cierre.

De acuerdo al censo de 1930, en ese año había 121 habitantes (105 hombres y 16 mujeres) y 17 viviendas, cuyas cifras se pueden atribuir a la actividad generada por la planta.

En 1941, el gobierno de Pedro Aguirre Cerda expropió los terrenos de propiedad de Alamiro Guzmán -cuyos títulos de dominio, inscritos en 1910 y posteriormente reconocidos por el Estado en 1932,​ lo hacían propietario prácticamente de toda la isla- siendo anexados a la Reserva Forestal de las Guaitecas.​ No obstante, la medida se revocó por la administración de Juan Antonio Ríos cuatro años después, en 1945.

La isla a su vez, se halla cubierta de bosque nativo. A mediados del s. XX, estuvo habitada por perros y vacunos cimarrones, siendo llamados «baguales» en el sur de Chile. También alberga una gran colonia de fardelas negras, siendo lugar de reproducción de lobos finos de dos pelos, habitando en la isla unos 3.000 ejemplares, además de chungungos, ballenas azules, francas australes y jorobadas y delfines australes y chilenos. El área marina alrededor de la isla presenta además condiciones tremendamente favorables y con altos niveles de clorofila, redundando en abundancia de kril y larvas de langostino patagónico.

En términos económicos, la isla no presenta asentamientos urbanos costeros, pero sí es una reconocida zona para la pesca artesanal de erizos, algas y otros recursos, así como por ser históricamente un refugio huilliche para desarrollar la pesca artesanal.

En el año 2008, se dio a conocer la intención de empresarios chilenos, que habían comprado la isla, de explotar yacimientos de carbón que estaban en ella -de lo que se tenía conocimiento desde 1942-, implicando la intervención de un 40% de su superficie para llevar a cabo su extracción.

La noticia provocó el rechazo de varios sectores, debido a la importancia ecológica de la zona. En razón de eso y a fin de implantar una medida de protección, la Cámara de Diputados de Chile aprobó en noviembre de 2017 una resolución cuyo fin fue instar al Gobierno para que promoviera la creación de un área marina protegida en Isla Guafo, dejándolo como parte de una red de áreas marinas protegidas en la Patagonia.

Sabemos también que Guafo tuvo a lo largo de su breve historia, una lucha por su venta: los herederos de la familia original dueña de la isla, la vendieron en 2013 a la Firma Eguiguren y Compañía Limitada, perteneciente al empresario Rafael Valentín Valdivieso, por $1.225.000.000, equivalentes a tres millones de dólares de la época, mientrad que en 2015, la isla se puso en venta por US$15.000.000. Pero tras efectuarse una querella en 2017 que acusó «irregularidades» en la venta de la isla, en el mes de abril de 2019, un tribunal determinó la paralización de todas las formas de compra o venta de la isla. Al mes siguiente, se reportó que la isla estaba en venta por US$20. 000.000, tras no lograr concretarse el proyecto carbonífero por la presión de grupos ambientalistas y al plan del gobierno de Chile de «descarbonizar» la matriz energética nacional, lo que fue anunciado oficialmente unas semanas antes. En razón de esto, las comunidades huilliches de Quellón así como organizaciones ecologistas del lugar, han manifestado su oposición a la venta, solicitando además que la isla sea declarada área protegida.

Desde 2020 en adelante, se encuentra inscrita en el Conservador de Bienes Raíces de Quellón a nombre de Rafael Valdivieso Ovalle. En septiembre de ese año, el Ministerio del Medio Ambiente se declaró a favor de que el entorno de la isla sea declarado como Espacio Costero Marino de Pueblos Originarios (ECMPO), permitiendo su administración por comunidades huilliches.

He aquí la historia de una isla que lucha por mantenerse como parte de la historia en Chiloé, pero que valerosa, ha resurgido como una reserva natural protegida, negándose a morir por los embates de la explotación.

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